Una vivienda con una presencia al exterior rotunda y sencilla que esconde un complejo mundo interior en diálogo con un paisaje exterior de nueva creación.
Un lugar donde el espacio normativo de los retranqueos se convierte en verdaderas oportunidades para redefinirlos y para extender los límites de la vivienda.
La escalera se define como un elemento sorprendente que tensiona y complejiza la lectura del espacio interior.
La llegada al lugar reveló una parcela aparentemente neutra: una topografía plana entre pinos que exigía construir un mundo interior capaz de dialogar con un paisaje reinventado. La vivienda surge así como un volumen sobrio hacia el exterior, pero profundamente complejo en su interior, donde un nuevo plano del suelo y otro elevado generan un jardín secreto que organiza la casa verticalmente.
Los retranqueos se transforman en oportunidades: patios ocultos, escaleras dislocadas y recorridos que expanden la experiencia espacial. El acceso, orientado de este a oeste, conduce a un gran espacio horizontal donde el salón-cocina se abre hacia una piscina que casi penetra la vivienda, incorporando el verde exterior y recortando el cielo entre copas de pinos.
Una doble estrategia de escaleras construye una tensión vertical que articula la planta baja, el sótano iluminado por lucernarios y la planta primera, donde los dormitorios flotan sobre un vacío que mira al paisaje. Bajo cubierta, dos estudios se elevan como un faro interno, conectando visualmente todas las diagonales del proyecto. Así, una parcela regular se convierte en un escenario para explorar nuevos límites habitables.