Una pequeña sala de música doméstica donde recibir a los amigos y entablar un mundo de sueños ante la inmensidad horizontal de Madrid.
Una oportunidad para repensar a la vez los bordes verdes de la vivienda original.
En el entorno de Arturo Soria, sobre una vivienda unifamiliar existente, se propone una delicada ampliación que alberga una pequeña sala de música familiar: un espacio donde la música se convierte en lenguaje y vínculo entre quienes habitan la casa. La intervención transforma una terraza abierta y olvidada en un lugar vivo y habitable, donde el vidrio define los límites y a la vez dialoga con el horizonte lejano de Madrid.
Una ligera estructura metálica, realizada con tubos 80.80.4, se posa suavemente sobre dados de hormigón, contactando puntualmente con la losa del forjado existente. Desde estos apoyos precisos surge una chapa colaborante que se extiende a lo largo del plano horizontal, parcialmente elevada, dominando el entorno y estableciendo un sutil diálogo con la ciudad.
La fachada de vidrio abre la sala al paisaje, fusionando música y horizonte. Un escenario ligeramente sobreelevado define este pequeño escenario doméstico, donde los encuentros con amigos se convierten en rituales de creación y ensueño, suspendidos frente a la vasta horizontalidad de Madrid.